Desde que decidí emprender, me he encontrado con un prejuicio que me repiten una y otra vez; que soy millennial y ese es un sinónimo de vagancia e inconformidad. Que pertenezco a la generación que no sabe lidiar con la frustración, que quiere todo de inmediato. Que si no le gusta lo que hace, lo deja. Y resulta que de tanto oír eso, entendí que tenían razón. Razón en que somos diferentes. Que somos una generación cambiante, multifacética y que se cuestiona.
Pero en vez de ver las diferencias como debilidades, las veo como fortalezas; somos una generación que no traga entero, que cuestiona, que busca maneras distintas de hacer las cosas… que prioriza el balance sobre la riqueza, que quiere cambiar y cuidar el mundo. Que quiere llenar su cabeza de ideas y experiencias, en vez de llenar su casa de cosas. Somos apasionados y sensibles, y cuando amamos lo que hacemos lo hacemos increíble. Cuando tenemos sentido de pertenencia, trabajamos con ganas y con amor. Y como nacimos en la era del cambio, lo aceptamos y nos moldeamos con facilidad. Somos curiosos críticos y preguntones. Y cuando nos dan libertad de proponer, encontramos formas diferentes y más efectivas de hacer las cosas.
Y si los líderes de las empresaas no entendemos cómo potenciar las fortalezas de esta generación que que está tomándose el mundo laboral, vamos a estar en problemas.
Tenemos que entender que la única constante es el cambio, y esa puede ser la mayor fortaleza de una empresa en pleno siglo XXI. Que cada vez menos, nos parecemos a la generación de nuestros padres, así como el mundo que habitamos cada vez se parece menos al que habitaron ellos. Y resulta que cada vez el cambio es más rápido y radical. Que la aparición de empresas como Rappi , Airbnb o Uber, ha cambiado más el mercado en los últimos 5 años, de lo que había cambiado en las últimas décadas. Y que este es sólo el principio de una nueva manera de hacer las cosas.
Los invito a recordar casos que parecían imposibles… Bluckbuster, Kodak, Blackberry. Todos líderes en sus mercados, y que por cuenta de no reinventarse, perdieron la relevancia que los hizo gigantes. Para mí, las empresas que no se adaptan al cambio, que no evolucionen, que no se reinventen, que vean el cambio como un problema y no como una oportunidad, están condenadas a desaparecer. Y sí, los Millennials, nuestra manera de pensar y vivir, hacemos parte del cambio.
Abrace el cambio, entienda que las nuevas generaciones llegan llenas de ideas revolucionarias. Que no porque lleven haciendo algo de una forma durante los últimos cien años, significa que tiene que hacerse así cien años más. Que cuestionarse es la mejor herramienta para mejorar su producto o servicio. Y que la gente que ama lo que hace, lo hace con pasión, es decir que lo hace mejor.
Pregúntese qué motiva a su equipo, y encárguese de motivarlo. Llene su equipo de Millennials y móntese en la ola del cambio que llegó para quedarse.
Firma una Millennial, emprendedora, trabajadora, amante de las experiencias y la vida feliz.