
Nunca estás listo para que la vida te mueva el piso, para que te quite la estabilidad y te rete el balance.
19 de septiembre de 2022, 1:05pm. Pensé que estaba mareada, pero Lucero, empezó a gritar. La alarma de sismos se prendió, como un rato antes cuando hubo el simulacro. Pero ESTE NO ERA SIMULACRO.
Desde que vivo en México, sé de los temblores. He oído historias de mis amigos que vivieron el terremoto. Vivo en la Condesa, un barrio lleno de edificios sellados por daños causados por los sismos y aún así, NO ESTABA LISTA PARA QUE ME MOVIERAN EL PISO.
19 de septiembre… esa fecha no significaba nada para mí hasta hace dos días, cuando todo el mundo hablaba del aniversario de los dos terremotos que sacudieron CDMX en 2017 y en 1985. Sí, los dos en la misma fecha, pero con 32 años de diferencia. Amanecimos con el temblor en mente y hasta hubo alarma de simulacro para “aprender a reaccionar”. Pero cuando uno no ha vivido un temblor no entiende, que cuando tiembla en serio, el corazón se acelera, las paredes crujen y la vida se pasa por el frente en un segundo.
Como las grandes movidas de piso de la vida, el temblor llega y se va sin avisar.
Este temblor pasó y gracias a dios no pasó a mayores. Pero para mí, fue más un recorderis de que incluso cuando tenemos “TODO BAJO CONTROL”, no tenemos el control de todo. Que la vida está llena de variables que se salen absolutamente de nuestro PODER, pero que nos afectan enormemente. Que cada día trae su afán y que aunque crea que estoy lista para afrontar lo que sea, no hay entrenamiento suficiente para vivir los grandes temblores de la vida.
El temblor pasó y me dejó pensando
¿Qué estoy dejando para mañana, que debería hacer hoy?
Pd, si están buscando inspiración, vayan a escuchar a estos poetas <3
Valentina Giraldo Henao